Que no se vuelva rutina el orar, y siempre perdir lo mismo, aveces sin haber necesidad, porque Dios nos pone las cosas para lograrlo.

Como dice el título «Primero Introspección, después oración». Antes de orar con papá Dios debemos hacer una reflexión personal sobre cómo hemos actuado, qué hemos fallado, que nos falta, que nos trasnocha, que de verdad nos hiere, que nos hacer sentir mal... Todo para no caer en la rutina, muchas veces sin sentido. Y Dios no quiere esto, aunque lo entiende y nos da, sin tener que pedírselo.

Pero como cuando se hace el ayuno, se debe tener una idea clara de porqué se hace y que yugos o dificultades deseamos Dios nos quite. Saber esto es esencial para que la oración tenga peso, sentido y voluntad. Una oración fuerte, que se oirá.

0 comentarios